En el cuento que nos contaron, el séptimo día el señor descansó. Dos mil años de cuentos después, los mismos que nos cuentan los cuentos que nos rigen, nos quieren hacer sentir mal por improductivos. En estos días de encuentros adentro la gente que nos llega al alma, en el mundo entero, está produciendo: Conversaciones-conexiones. Cocciones íntimas a fuego lento. Risas cómplices no complacientes. Contactos visuales del primer tipo. Escuchan música de frente y no de fondo. Miran y ven películas de inacción. Leen zambullidos de cabeza. Escriben sobre la mesa al alcance de la taza. Meditan para ellos y para todos nosotros. Duermen cuando pueden y lloran cuando quieren. Huelen su nido, sus pollos y los ingredientes de sus propias pócimas. Siembran o cultivan sus y mis nutrientes. Se mueven con su decisión y no porque lo dijo tu meme. Las personas que van a salvar al mundo, purgan estos contratos podridos que recibimos de arriba, y recrean nuestros nuevos sueños, desde adentro.

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