Si usted, como yo, se despierta un 25 de septiembre dentro de una papaya, sepa que es muy importante, antes que nada, encontrar los dos huecos sin semillas, el de arriba y el de abajo. Esos dos “pulmones” por así decirlo, que en estos tiempos es privilegio, le permitirán a usted disfrutar del aroma puro de la fibra. Con calma pero sin pausa, dispongase entonces a probar un bocado, le recomiendo la parte de abajo si es usted una persona de diente dulce. De lo contrario, barra suavemente las semillas y la telita blanca salpicada de rocío en la parte del medio, que allí yace el sabor más puro sin mucha melaza acumulada por los obvios efectos de la ley de gravedad. Considere también mirar al trasluz para experimentar esos tonos que solo son factibles de presenciar desde adentro. Para ello, prepárese alrededor de las dos de la tarde cuando el sol, en un ángulo de aproximadamente 60 grados traspase la piel de la fruta y le regale serpentinas de luz dorada a través de las semillas azabache. Descanse al final de ese trance y espere un poco, no más de lo que tardaría un gusano blanco en escalar hasta el tallo, para aprovechar el vaivén del viento del ocaso y escuchar entonces las semillas tintinear como maracas cómplices mientras bailan su pogo del atardecer. Adivinará usted que solo le falta usar un sentido y aquí ya es una elección muy personal. Eso sí, solo se debe hacer por la noche para no levantar sospechas. Puede usted revolcarse dando tumbos en el interior de la fruta como un clown ebrio hasta caer triunfante, o pasar sus manos suavemente por cada lustrosa semilla mientras intenta contarlas en un juego infinito como se cuentan las estrellas, o, si su alma no le permite seguir con este delirio, si sus sentidos no toleran más esta fiesta ovalada, use su uña más afilada, si, usted sabe cuál, ésa, corte la papaya desde adentro, desparrame las semillas, rompa la tela blanca, abra la carne naranja y escápese. Vaya a seguir buscando la felicidad afuera. Como ya lo hizo una vez, hace mucho, en el día que después cíclicamente resultó ser su cumpleaños.
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